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Aunque se habían puesto las mallas para otra cosa, parece que las bailarinas no pudieron resistirse a su profesor. Así que al final, pasaron de la clase de baile y se centraron en compartir su rabo todas juntas, chupándolo y sacándole brillo como auténticas golfas. Luego el tipo se turnó con todas ellas y les dio su ración de rabo correspondiente, hasta compartir su corrida soltándola en sus preciosas caras.