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Hacía buen día y decidí acercarme al balcón de casa para tomar el sol y disfrutar de las vistas. En ese momento se acercó mi nueva pareja y empezó a meterme mano, hasta acabar bajándome las bragas y metiéndome la polla. Fue un momento perfecto y muy morboso para los dos y aunque cualquier vecino podría vernos, yo solo me limité a gozar de la follada que le metió a mi coño y gemí de lo lindo mientras miraba como iba amaneciendo.