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A esta morena le encanta los pollones, lo mismo que a un tonto un lápiz. Tanto es así que una tarde se citó con varios de sus follamigos, para comerse todos sus rabos con esa boca tan experimentada que tiene. Tras un rato de sexo oral, se puso unas gafas de sol y acabó de rodillas a la espera de sentir su lefa encima. Así que uno a uno fueron eyaculando sobre su carita y la chica disfrutó con un bukkake que le vino de lujo para su delicada piel.